Yo también fui una doncella herida en cuerpo de mujer madre… de madre de dos.

Yo fui una doncella herida atrapada en el cuerpo de una mujer madre… de una mujer madre de dos.

Yo sé la incomodidad de sentirse condicionada a estar en una caja de deberes ser y mandatos para encajar en el formato de buena madre y poder agradar a una pareja, a la familia de la pareja, a la familia, a la sociedad. 

Estar atrapada bajo un montón de formatos para complacer, para cumplir con el estándar.

Conozco el sentimiento de saber y aplicar todas las herramientas de crianza consciente, de estar en todas la que tenía que estar para ser una “mamá consciente”, una buena mamá en esta era.

Sé sobre estar aprendiendo e intentando ganar un montón de «estrellitas» en la superficie cuando en el fondo me sentía como una niña perdida esperando por alguien que me salvara de ese sentimiento. Yo fui una de esas madres que hacen todo bien afuera pero que adentro seguía siendo una niña perdida, que no sabía sostenerse, cuidarse, que hacía todo por obtener la aprobación externa, buscado autoridades exteriores a las cuales obedecer y seguir. Yo fui una niña herida en cuerpo de mujer que no sabía sostenerse emocionalmente, que se anestesiaba porque no sabía como manejar sus desbordes, que buscaba afuera alguien o algo que salvará.

Yo también fui una doncella herida esperando por alguien que viniera a iniciarme en esta etapa del femenino, alguna guía , orientación para poder entender lo que significaba crecer y convertirme en la madre interiormente. 

Hace un año yo era esa doncella herida en el cuerpo de madre de dos.

Hace un año en medio de mi inframundo femenino, entregué todo lo que creía ser, todo lo que pensé que me daba valor para encontrarme en el lugar mas oscuro de mi, ese lugar que evitaba con todas mis fuerzas entrar para encontrarme de frente con mi valor real. Con mi esencia, con mi verdad, con la coherencia.

Hace un año encontré la información y la guía que estaba buscando, asistí al funeral de mi doncella herida y me auto inicie en la madre.

Hace un año en el momento en el que más quería destruirme comencé a entregarme auto-cuidado, comencé a darme de la misma forma en la que les daba a mis hijas, a cuidarme con el mismo amor, en ese momento con esa decisión, mi sanación comenzó. Ese día despertó mi madre interior.

Deje a un lado todo aquello que me enfermaba, todo lo que quitaba la vida en mi, deje todo lo que usaba para sabotear mi vida y para crear cortinas de humo que me distraían de mi misión aquí: Deje relaciones, lugares, hábitos… deje de enfermarme, deje de repetir patrones y ciclos que me llevaban de vuelta al mismo lugar de víctima esperando por salvación. 

Deje de esperar el momento, la persona y decidí ser yo la que construiría la estabilidad financiera, emocional, espiritual.

Decidí reclamar mis soberanías una a una. Escuchar mi autoridad interior y expresar mi ser auténticamente, decidí dejar de complacer, de obedecer, de seguir la linea para conocer el camino y las creaciones de mi corazón.

Hace un año deje de esperar el momento para sanar, el momento, para prosperar, el momento para hacer lo que soñaba y comencé a hacerlo, día a día, eligiendo la vida, mi verdad, mi bienestar por encima de cualquier otra cosa.

Ese ha sido mi cruce, el cruce de doncella a madre, aprender a maternar, a cuidar, atender y sanar lo herido en mi, aprender a amar y abrazar lo que me enseñaron a rechazar de mi, aceptarme completa, reclamar partes que relegué a mi inframundo porque a otros les incomodaban, aprender a estar comodatos en la incomodidad de otros, aprender a poner mi verdad aunque eso signifique romper la armonía y el status quo, poner limites firmes aunque eso signifique que algunas relaciones se rompan, cuidar la vida cueste lo que cueste, cuidar la vida en mi, la vida de mis hijas, la vida y sus necesidades esenciales por encima de agradar o ser bien vista.

Mi cruce ha sido mucho acerca de encontrar quien soy auténticamente y de liberar a esa y dejarla ser en esta etapa como madre, decidí vestirme como me gusta y como mi ser mejor se siente sin importar las miradas y la desaprobación de muchos… Hoy me visto para mi, para expresar cómo se siente la vida dentro de mi y obvio en esta etapa de la madre muchos de esos días es sensual… porque si la etapa de la madre es sensual, es la etapa fértil magnética y de florecimiento así que si decidí expresar como se siente la vida en esta etapa con mi forma de vestir. 

Decidí cuidar mi engría así eso significara salirme de grupo familiares, dejar de seguir cuentas, no estar en grupos de mamás y sostener la incomodad de no estar en lo que “debe ser” pero que para mi representa paz mental, decidí invertir en las formaciones que soñaba y que había dejado de hacer porque para los demás no iba a dar económicamente, decidí atender a mi corazón y creer en mi y en mis proyectos, decir no a aquellos que prometían grandes sumas pero que me distraían y me alejaban de mi camino.

Deje el alcohol y el café y cada día mi meta es volver mi sistema al ritmo de la vida, sanar mi sistema nervioso y poder operar bajo los ritmos de mi autentica naturaleza.

Hoy no me muevo por presión, que ni lo intenten porque hoy sentirme presionada es la señal de que por ahí ni va.

Hoy me muevo por placer, mi guía es todo aquello que me hace sentir viva y e-mocionada.

Mi cruce ha sido todo acerca tomar convertirme en el amor que buscaba afuera y dármelo a mí misma todos los días de la misma forma en la que se los doy a mis hijas con tiempo, presencia, calidad, con-pasión. Convertirme en la madre ha sido el viaje de convertirme en mi propia mujer medicina. Aprender a contener mis propios desbordes con amor  como lo haría con cualquiera de mis hijas. Aprender a alimentarme y llevar a mi cuerpo alimentos que nutren la vida en mi y empezar de a poco a sacar lo que inflama, lo que me quita energía y vida.

Yo también fui una doncella herida en cuerpo de mujer madre, y hoy estoy aquí para acompañar a otras a terminar la guerra interna, el autosabotaje, las distracciones para encuerpar la mujer en la que vinieron a convertirse.

Te acompaño en tu cruce!

¡Bendita matrescencia por atravesarnos!

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